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MINI Electric Concept The Comminity

El pasado martes tuve la oportunidad de asistir a una interesante conferencia sobre el futuro del automóvil en la Universitat Abat Oliba, donde estudié hace unos poquitos años.

La mesa de ponentes no podía ser mejor; Vicenç Aguilera, Presidente del Circuit Barcelona-Catalunya, Susana Gómez Garrido,  Subdirectora Adjunta de Vehículos de la Subdirección General de Movilidad y Tecnología de la DGT, Oscar Franco director de grandes cuentas en Grupo SESE Diego Villuendas, Head of Market Intelligence y Head of Data&Analytics en SEAT.  O sea, para flipar.

Abat Oliba CEU

En el programa del evento ponía que al finalizar la conferencia habría un turno de preguntas, así que pensé en llevar unas cuantas, muy bien preparadas, para hacerme el interesante y ya de paso dejarme ver y hacer algo de networking (“¿Quién será ese chico tan guapo y tan interesante que hace preguntas tan inteligentes? Pues el que está a su lado sacándose un moco es Fernando”).

Algunas de las preguntas las podía extraer directamente del artículo anterior sobre la “Ley de cambio climático“. Pero se me ocurrió que, ya que estoy en una comunidad de conductores MINI, sería buena idea dejar abierta la posibilidad de que la gente que no podía asistir al evento, me enviara las suyas y yo, como representante de TheComminity, se las pudiera trasladar a los ponentes.

Una idea que te cagas, pensé yo. Lo cierto es que la idea empezó a torcerse enseguida.

Veréis, cuando la premisa es “tú pregunta lo que quieras, que ya lo diré yo de tu parte“, la gente se viene arriba enseguida. Ver los toros desde la barrera es más divertido cuando sabes que el toro no te puede coger a ti y además puedes decirle al torero que salte y baile.

Como os podéis imaginar, las preguntas que me empezaron a llegar no eran lo que yo esperaba exactamente. Os copio-pego el material, tal cual:

– Si el coche del futuro es silencioso ¿Qué ruido harán los niños cuando jueguen a coches?

– ¿Qué pesa más? ¿Un kilo de coche eléctrico o un kilo de coche de gasolina?

– Cuando los coches sean autónomos ¿Tendrán que pagar también los 300 euros mensuales como yo que soy albañil autónomo?

– Si los coches de gasolina tienen claxon eléctrico  ¿los coches eléctricos tendrán claxon de gasolina?

– Si la distancia máxima que puede recorrer un coche eléctrico son 200 km ¿Por qué no hacen el cable del enchufe más largo?

– ¿En el futuro podré circular por la calle con mi coche de Scalextric?

Pues así todas.

Os podéis imaginar mi cara de facepalm al ver esto. Pero oye, una promesa es una promesa, así que me apunté todas las preguntas y me las llevé a la conferencia. Una vez allí, ya decidiría si procedía o no ponerlas sobre la mesa.

Así que allí me planté y la conferencia se puso en marcha.

En general, me pareció bastante reveladora, con mucho contenido interesante que no me esperaba. De hecho, algunas de las preguntas que llevaba preparadas tuvieron su respuesta allí mismo, antes de formularlas. Se abrieron un buen número de temas de los que ni siquiera había oído hablar, de mundos que todavía están por descubrir. Todo muy enriquecedor a nivel profesional. Y entonces, llegó el turno de preguntas. Una persona, otra, otra más… y luego me tocó a mi. Les expliqué que..bueno… da igual, este es el resultado:

– Si el coche del futuro es silencioso ¿Qué ruido harán los niños cuando jueguen a coches?
– (Susana Gómez Garrido, DGT) Pues es una buena pregunta. De hecho, a nivel Europeo, una de las cosas que más quebraderos de cabeza está dando es ponernos de acuerdo con los fabricantes en temas de seguridad, para que los coches emitan cierto sonido en orden de marcha. Hay que tener en cuenta a los peatones, especialmente a los que tienen deficiencias visuales, totales o parciales, y que no podrán detectar un automóvil que se les acerca, como ahora hacen cuando oyen un motor. ¿Qué sonido harán los niños del futuro cuando jueguen a coches? Pues no lo sabemos todavía, pero alguno harán, seguro.

– ¿Qué pesa más? ¿Un kilo de coche eléctrico o un kilo de coche de gasolina?
– (Vicenç Aguilera, Presidente del Circuit Barcelona-Catalunya) La pregunta que deberíamos plantearnos es ¿qué vale más, 100 gramos de iPhone o 100 gramos de coche? Ahora mismo el precio por gramo de un iPhone debe de rondar los 2 euros. Pero en el caso de un vehículo de actual, con 500 sistemas de alta tecnología y miles de piezas móviles, el precio por gramo es de sólo unos pocos céntimos. Eso pone de relevancia la optimización de costes y de fabricación a la que ha llegado la industria del automóvil. Esa eficiencia evolucionará, no sólo para optimizar costes, también para acercar mejores tecnologías a más gente. Pesar, pesan lo mismo uno y otro, pero tenemos que plantearnos cuál tiene más valor a igual peso.

– Cuando los coches sean autónomos ¿Tendrán que pagar también los 300 euros mensuales como yo que soy albañil autónomo?
(Varias respuestas) Pues en realidad, probablemente sea más barato que ser autónomo (de los de verdad). La tendencia actual va hacia menos ventas de coches para un solo propietario y un aumento dramático del car-sharing. Eso significa una reducción del gasto por trayecto y por lo tanto, una reducción en los impuestos. ¿Pagará un coche autónomo como un trabajador autónomo? Pues si lo piensas, ya lo haces con tu coche actual. Si sumas lo que gastas en gasolina, seguros, mantenimiento, reparaciones y el propio precio de tu coche y los divides entre 12 meses, probablemente te salgan casi esos 300 euros de los que hablas. Cuando se popularice el car-sharing, ese coste bajará muchísimo y será un ahorro estructural para todos los bolsillos, tanto en precio por desplazamiento, como en impuestos o en gastos totales al mes.

La conversación siguió, dentro y fuera de la sala de conferencias. Por cuestión de tiempo, algunas de las preguntas se quedaron en el tintero y otras me las respondieron después, de forma más informal, pero el resultado me dejó bastante sorprendido, tanto por la información, como por la calidad humana de los ponentes y su apertura de mente. Y sí, también hice preguntas mega-chachis y súper-inteligentes, pero ahora, viéndolas en perspectiva, no merecen un artículo.

Todo esto me ha llevado a sacar algunas conclusiones.

1. A veces, el pensamiento lateral es muy útil para la innovación. El humor es muy útil en algunos casos, porque te facilita ver la realidad desde puntos de vista alternativos, poco comunes, críticos, o que se toman poco en serio lo que tienes delante. En definitiva te ayuda a salir de la rutina. Las preguntas “de siempre” sólo te llevarán a las respuesta  “de siempre”. Y quedarte donde siempre, en innovación, tiene un coste muy alto.

2. El miedo es el mayor enemigo del Networking. Antes de hacer las preguntas estaba más preocupado por qué iban a pensar de mi si las hacía, cuando en realidad el verdadero valor estaba en ser portador de unas preguntas enviadas por miembros de una comunidad. De hecho, las preguntas no eran tan descabelladas como parecía. Sólo podía llegar a serlo el tono o el formato, pero no el contenido.  Y ahora que lo pienso, probablemente, el segundo enemigo del networking sean los prejuicios, así que le voy a dedicar el punto 3.

3.- No prejuzgues conceptos tan rimbombantes como “CEO”, “Director General”, “Gobierno de España”, “World Manager”, porque resulta que también son personas. Y muchas de esas personas tienen un sentido del humor increíble, son simpáticas, creativas y de una mente tan abierta que te harían petar la cabeza.

4. El networking mal entendido hace que te enfoques en las personas incorrectas. Algunos de los allí presentes fueron como flechas a soltarle su tarjeta a los ponentes. Pero… ¿alguno habló con el resto de asistentes? Hell no.-  Pues entre los asistente había gente realmente interesante. ¿Os gustaría saber quienes eran? Pues os jodéis. Ahora yo les conozco y vosotros no.

5.- Ni la ley de Cambio Climático, ni nada de lo que nos han contado es definitivo. El futuro es voluble, flexible y cambiante. Ahora se están sentando unas bases para dentro de 30 años y es probable que las propias bases cambien antes de llegar a esa fecha. Salió el ejemplo de los patinetes eléctricos en Madrid, que han obligado a legislar y regular de un día para otro. Eso no es lo deseable. Lo que se está preparando es un ambiente propicio para que los avances tecnológicos no nos pillen con los pantalones bajados. Y para eso hay que ser en parte clarividente y en parte una eminencia en la materia. Los ponentes de la conferencia demostraron que cumplían  con ambos requisitos.

Entonces, ¿cuál sería la respuesta al título de la conferencia? (“¿Cómo será el coche del futuro?“) Bien, pues yo creo que la respuesta es la misma que cuando preguntas “¿Cómo será el hijo que acabo de concebir?”. Puedes hacerte una idea y empezar a preparar todo, para que cuando llegue ese día, no le falte de nada. Ni alimentación, ni sitios por donde circular, ni gente con la que conectarse. Sólo puedes presuponerlo en función de lo que ya sabes y poner una enorme dosis de buena voluntad.  Y de eso, nos sobra.

 

Mucho se está hablando estos días sobre la próxima extinción que se llevará por delante a todos los coches que no sean eléctricos, en el año 2040. Pero…¿Qué hay detrás de todo esto? ¿De verdad es un avance en todos los sentidos? ¿Quién sale beneficiado de verdad?

El meteorito que acabará con el rugido de los motores, con el palomiteo de los tubos de escape y con una gran parte de empresas relacionadas con el mundo del recambio deportivo, tiene forma de normativa española y está empezando a ser conocida por el rimbombante nombre de “Primer borrador de la futura ley de Cambio Climático elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica“. Sí, has leído bien, ahora también hay un ministerio de eso.

Esta propuesta es similar a algunas que ya existen en países como Reino Unido, Dinamarca, Irlanda, Alemania, Holanda y Noruega. La idea es que a partir del 2040, “no se permitirá la matriculación de turismo y vehículos comerciales ligeros con emisiones directas de dióxidos de carbono” lo cual afecta tanto a gasolina y diésel como a híbridos.

Se supone que desde el año 2040, no se permitirá la matriculación y venta en España de turismos y vehículos comerciales ligeros con emisiones directas de dióxido de carbono. Lo que sí que se permitirá es la venta entre particulares, o sea que se podrán comercializar coches “clásicos”. Otro asunto será cómo los podremos llenar de gasolina para que funcionen y no se transformen en unos pisapapeles carísimos.

Según esta ley, “Los permisos de exploración, investigación y explotación de hidrocarburos (petróleo y gas) quedarán prohibidos en España, en todo el territorio nacional, incluyendo el mar territorial”, es decir, que para empezar no se podrá extraer petróleo del territorio nacional. Tampoco es que fuéramos Arabia Saudi, para qué engañarnos. Y sí, muchos puestos de trabajo y muchas empresas se resentirán por este cambio, pero nos evitaremos posibles catástrofes ecológicas y sustos como los que tuvimos con CASTOR. Para Greenpeace, sin embargo, todavía se podría llegar mucho más lejos y ofrecen mejoras  a este proyecto de Ley.

Hasta ahí me puedo llegar a creer cierta conciencia ecológica que ha despertado de manera repentina entre los mandatarios de nuestro país. Sin embargo, todo cuento de hadas tiene un “pero”. Y este “pero” es MUY grande.

Presente, pasado y futuro de la automoción en una sola imagen.

Presente, pasado y futuro en una sola imagen.

Vamos a dejar de lado temas obvios como la adaptación de empresas del sector de todo tipo, como los fabricantes de tubos de escape, que se tendrán que reinventar o simplemente, dejarán de existir. Honestamente, no me imagino a Akrapovic fabricando trompetas, pero con el tiempo todo podría ser posible. Sin ir más lejos, gigantes como Harley-Davidson, que son archiconocidos por su característico sonido, ya han anunciado sus primeras motocicletas con motor eléctrico. Por ese lado, todo se verá.

“Pero” por otro lado, esta ley ya se topa de cara con temas de libertad de empresa y competencia. Sin ir más lejos, la Comisión Europea está dispuesta a ponerle coto a la Ley de Cambio climático, ya que puede contravenir los principios de unidad de mercado y de neutralidad tecnológica que siempre ha defendido el Ejecutivo comunitario. La propuesta de Ley de Cambio climático, ya es un problemón a nivel ministerial, nada más plantearse.

El departamento de Industria choca de frente con el planteamiento elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica. Industria optaba por una transición menos drástica, con mayor diálogo con fabricantes y empresas del sector energético (petrolero, se entiende) en el que se apostaba por mantener ciertos puestos de trabajo necesarios y no borrar del mapa un sector que seguirá siendo muy necesario en el caso de transporte de mercancías, aviación, el sector naval, etc.

Según ElEconomista.es, en el sector del motor sentó mal que el Gobierno se adelantara a dar fechas mientras todavía estaba abierto el Consejo Estratégico para la automoción. La Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC) ha protestado enérgicamente a una ley que considera “excesiva” y “acelerada en sus plazos”. (LINK) Para ANFAC, este proyecto de Ley tiene una serie de implicaciones económicas, laborales, sociales y de políticas de movilidad, con severos impactos en el tejido industrial español de la automoción, que representa el 10% del PIB y el 9% de la población activa del país.

Como ya he comentado al principio de este artículo, la medida se compara con las establecidas en otros países europeos, que prohíben la venta en fechas similares de los vehículos de combustión, pero no tienen en cuenta que Reino Unido ha aprobado un plan estructural de apoyo a la compra de vehículos alternativos y de gestión de infraestructuras de recarga de 1.500 millones de libras. Alemania, aprobó  en el 2017 un plan de apoyo de unos 1.000 millones de euros. España sólo ha dedicado 74,5 millones de euros a estos planes en cinco años y en el último año, no ha aprobado ningún programa de ayudas.

Tampoco los sindicatos UGT y Comisiones Obreras han mostrado su apoyo al gobierno, que tachan esta ley de devastadora para el sector. Según un informe reciente presentado por ANFAC, para cumplir con una cuota de mercado del 25% de vehículos eléctricos, el empleo se podría ver afectado con una reducción de un 11% y para alcanzar una cuota del 40% de vehículos eléctricos puestos en circulación,  el incremento del paro en el sector llegaría al 18%.

Además, la fecha de caducidad impuesta para este sector implica que muchas inversiones multimillonarias que se amortizan a largo plazo y que suponen importantísimas mejoras a nivel tecnológico, no se podrán amortizar y la inversión…se perderá. Por poner un ejemplo, que quien haya puesto mil millones para investigar cómo optimizar los motores John Cooper Works…los ha tirado a la basura y nunca, por muchos coches que venda, los recuperará.

Al leer esto estoy seguro de que todo el mundo pensará (ahora lo tienes que leer con tu voz)

– Vale, todo eso es cierto, pero ya se ha pasado por otras reconversiones industriales, como el carbón, la minería, la revolución industrial…y en este caso pasará lo mismo. Una crisis, una reconversión, una adaptación y finalmente la estabilidad. Es por el bien del planeta. Por un futuro más verde.

– AHÁ! (esto ya es con mi voz) Ahí quería yo llegar. ¿De verdad contamina menos un vehículo eléctrico que uno de combustión?

Según el informe de la UE Climate action que puedes leer en este LINK, el transporte genera aproximadamente un 25% de los gases de efecto invernadero emitidos en España. Se supone que el 75% restante lo hace la industria, pero las leyes anticontaminación son débiles en ese aspecto y las infracciones terminan en multas ridículas para empresas multimillonarias, así que empezamos mal. Pero eso no es todo.

Recientemente, la Revista National Geographic ha hecho público el estudio Non-exhaust PM emissions from electric vehicles realizado por los escoceses Victor R.J.H. Timmers y Peter A.J. Achten de la Universidad de Edimburgo, y por la ingeniería INNAS BV. En dicho estudio se considera que un vehículo híbrido o eléctrico es aproximadamente un 25% más pesado que un vehículo convencional. Recordemos que el peso de un coche está entre los 1200 y los 1500 kg, así que estamos hablando de unos 300 kg de peso más por coche.

Una diferencia de peso tan notable repercute en un mayor desgaste y renovación de los neumáticos (altamente contaminantes y dificilmente reciclables), mayor desgaste de los frenos (cuyas partículas contaminan), mayor impacto y desgaste de la superficie de la carretera (que es un gasto que debe asumir el gobierno y por extensión…nosotros) y muchos factores más que contribuyen a un impacto más rápido de lo habitual sobre el medio ambiente.

Según NISSAN, el número de piezas que se necesitan para construir una de sus furgonetas fabricadas en su planta de Barcelona y su homóloga eléctrica, son aproximadamente las mismas, en torno a 1500 piezas, tornillo arriba, tornillo abajo. Eso nos podría hacer pensar que, si empatan a la hora de ser fabricados y los dos necesitan aproximadamente los mismos recursos para ser puestos en la carretera, la batalla ecológica está ganada por el recién llegado eléctrico y el arcaico motor de explosión es un vetusto armatoste que hay que desterrar a la noche de los tiempos por insolidario y terrorista medioambiental.

Pues sí, pero no.  La clave está, precisamente, en qué piezas son esas. Y si estabas pensando en la batería, has acertado.

Los vehículos eléctricos usan pilas de litio, un  material ciertamente escaso, probablemente más que el propio petróleo, que es extraordinariamente costoso de recuperar y procesar como pasa con otros elementos como el níquel y el cobalto.

Esta escasez y la dificultad asociada a su extracción, podrían disparar sus emisiones de CO2 de una manera alarmante. Es decir, que para fabricar un vehículo no contaminante, es necesario contaminar muchísimo más que para fabricar un vehículo de combustión. Paradójico ¿verdad?

Según un estudio publicado por el Instituto Medioambiental de Suecia, para fabricar la batería de un coche eléctrico de 100 kWh, se liberan hasta 200 toneladas de dióxido de carbono, el equivalente al CO2 que se genera al conducir un coche diésel o gasolina durante aproximadamente 8 años.

MINI e y MINI Countryman enchufable

A partir de aquí las matemáticas dicen que 2+2 han dejado de ser 4.

Si el coste medioambiental de fabricar la batería de un coche eléctrico contamina como conducir un diesel durante 8 años, significa que para amortizar ese impacto, deberíamos quedarnos con ese coche, por lo menos 9 años. Así que nada de cambiar el coche cada 3 años o estaremos peor que antes. Así que por extensión, se deberían reducir las ventas de coches para soportar el impacto que supone fabricarlos. Si no se amortiza su venta, su precio debería subir. Meno coches, más caros, menos movimiento en el sector, menos inversión en innovación, menos puestos de trabajo…¿sigo?

Eso, sin contar el mayor gasto de frenos, neumáticos y…basura asociada a un recambio de componentes más frecuente. Sumemos el impacto social en puestos de trabajo y empresas que podrían llegar a cerrar por este cambio tan drástico de mentalidad.

Lo que sí aumentaría es el consumo energético de las eléctricas. Qué curioso, los únicos que ganarían más serían las energéticas. Eso nunca ha pasado ¿verdad?

Sin ánimo de entrar en la conspiranoia pero ¿No estaremos ante otro mazazo de las enormes multinacionales energéticas? ¿No puede tener algo que ver que las principales compañías eléctricas y sus lobbies hayan influido en esta decisión? No hay más que ver las fluctuaciones de la bolsa de estas últimas semanas para ver por dónde va el asunto.

No digo que no sea necesario un cambio para mejorar nuestra vida en el planeta, pero ¿es ese cambio? ¿en ese espacio de tiempo? ¿Con esa tecnología? ¿Realmente es rentable? ¿Es realmente menos contaminante?

Nos quedan unos 20 años apenas para el primer gran cataclismo y 30 para la extinción anunciada. El rugido de las grandes bestias como los John Cooper Works, los Mustang, los Cupra, los 911…desaparecerá para siempre. Es hora de plantearnos si nos enfrentamos a un gran meteorito o a una enorme cortina de humo generada por intereses económicos globales.

Aquí, la ecología, parece que tiene poco que ver.