Los números son muy claros. El pasado año 2021, con pandemia de por medio, se vendieron cerca de 43.000 MINI en Alemania, de los cuales 10.000 eran 100% eléctricos, un 23,6%. Eso implica que casi 1 de cada 4 MINI en las carreteras alemanas es eléctrico.
Si contamos también los híbridos, la cifra aumenta considerablemente y ya estaríamos hablando de que 1 de cada 3 MINI alemanes está en la senda de las 0 emisiones.
Los MINI eléctricos han supuesto un incremento de ventas de un +132% y con el híbrido Cooper SE Countryman ALL4 las ventas de esta categoría han subido casi un 70% respecto al año anterior devorando a sus familiares de gasolina.
Meriendo crisis y cago cochazos.
Puede que nos hayamos olvidado ya, pero el Mini, nació fruto de una crisis mundial de suministro de petróleo.
Durante la Guerra del Sinai de 1956 se cortó el suministro de petróleo a través del Canal de Suez. Los grandes coches europeos y los gigantescos coches americanos se morían de sed y empezaban a ser anacrónicos dentro del paisaje urbano.
Fue entonces cuando Sir Alec Issigonis (San Alec para los amigos) puso sobre el papel la idea de fabricar un coche de un tamaño reducido para poder meter muchas más unidades en los contenedores de los barcos y economizar así costes de transporte.
Puso el motor transversalmente para que ocupara menos que los motores longitudinales y habilitó espacio de maletero justo debajo de los asientos traseros. El motor era versátil, consumía poco y estaba a la altura de las exigencias de diseño y de las necesidades de movilidad de la época.
Así nació el Mini en 1959, igual que 60 años más tarde lo hizo el MINI eléctrico; coches diseñados partiendo de una necesidad pero sin olvidar los gustos y las emociones de quienes los van a conducir.

¿Crisis? ¿Qué crisis?
Actualmente, además de una pandemia global y una crisis económica generalizada, se une otro factor; la crisis de distribución, también conocida como “la crisis de los chips”.
Con todos estos factores en contra, MINI sólo ha registrado un 2’7% menos en ventas respecto al año anterior. ¿Cómo se entiende esto? Pues hay varios motivos, pero os avanzo que no depende sólo de MINI.
Alemania dando ejemplo. España, suspenso.
Para empezar, estamos hablando de Alemania, un país que hace honor a su fama de eficiencia y organización.
De los 250.000 puntos repartidos por todo el continente, cerca de 45.000 están en Alemania, colocándose en el tercer puesto en número de puntos de carga. En España aún estamos muy lejos de esa cifra. Una vez más, los números no engañan.
- Holanda – 66.665 puntos.
- Francia – 45.751 puntos.
- Alemania – 44.538 puntos.
- Italia – 13.073 puntos.
- Suecia – 10.370 puntos.
- Bélgica – 8.481 puntos.
- Austria – 8.071 puntos.
- España – 7.407 puntos.
En España, el ratio de cargadores es aproximadamente de 245 por cada millón de habitantes, muy lejos del promedio europeo de 573.
China entra en el juego.
Mientras el MINI Cooper SE se construye en la planta de Oxford, en un futuro muy cercano, la planta de Leipzig servirá como base de operaciones para la construcción del nuevo MINI Countryman electrificado desde 2023.
Pero la auténtica novedad es la incorporación de una planta de fabricación de vehículos eléctricos en China, un país con una enorme experiencia en movilidad eléctrica.
No debe olvidarse que un reciente estudio de mercado afirma que el 45% de los coches eléctricos que se venden en el mundo, son de procedencia china.
Según el Pew Research Center, que proporciona datos de la Agencia Internacional de la Energía, a principios del 2021 circulaban en el mundo 10.2 millones de vehículos eléctricos, de los que 4,5 millones lo hacían en China (el 44% del total), 3,2 millones en Europa (31%) y 1,75 millones (17%) en EEUU. (Link)
Sin duda MINI ha jugado muy bien sus cartas en este sentido, aliándose con el gigante asiático para expandirse y cumplir su promesa de llegar al mayor número de personas en el mundo y convertirse en la marca de referencia de la movilidad eléctrica.
Jugando la carta de las empresas.
Empresas como Deloitte y Biogena ya se han puesto las pilas (nunca mejor dicho) y han cambiado sus flotas de vehículos a MINI SE. En el caso de la austriaca Biogena, un total de 82 coches se han sumado a sus filas. En el caso de Deloitte son más de 540 MINI eléctricos, convirtiéndose en la mayor flota del mundo con estas características.

Si quieres amarlo, primero tienes que entenderlo.
Una vez más, los alemanes nos han dejado muy claro que saben como hacer las cosas bien. En lugar de gastarse el dinero en anuncios de TV y competir con otras marcas en un mar de mensajes que casi parecen iguales, han decido empezar por lo básico; enseñar a la gente lo que es la movilidad eléctrica.
En unas 200 ubicaciones de todo el país, embajadores de marca y representantes de ventas han sido entrenados para ofrecer asesoría individual a cientos de personas interesadas en dar el paso a la electrificación.
En estos puntos se ha asesorado a los visitantes sobre productos específicos, infraestructuras y, lo más importante, se han ofrecido cientos de pruebas de conducción.
Dicen que siempre tendemos a odiar lo que desconocemos y MINI ha decidido romper esa barrera de la mejor manera, contagiando el entusiasmo por este nuevo tipo de movilidad.

¿Qué narices estamos haciendo mal?
Marcas como Porsche, Audi o Tesla están en una buena senda de planeo para aterrizar en un mundo electrificado aunque, todo hay que decirlo, con un precio de venta al público bastante más alto.
Otras marcas más populares como Nissan y SEAT están apostando muy fuerte por la movilidad eléctrica, incluso en el mundo del motorsport como es el caso de Cupra.
Entonces ¿Qué falla? ¿Por qué no estamos ya todos subidos en un coche eléctrico.
Está claro que marcas como MINI tienen la receta para llevar de la mano a la sociedad en la dirección correcta: formación, divulgación, pruebas de conducción y, lo más importante, inversión en infraestructuras.
Nada de eso, se está llevando a cabo en nuestro país al ritmo necesario. Lo que debería ser una increíble experiencia de conducción de un MINI Eléctrico (o de cualquier eléctrico) se puede convertir en una pesadilla por la falta de puntos de carga, falta de información, cortes de carreteras y mensajes contradictorios por parte de la clase política.
Por poner un ejemplo, el Ajuntament de Barcelona se ha declarado abiertamente “anti-coches” y en contra de cualquier tipo de vehículo privado. Es decir, que si te quieres mover por Barcelona, mejor lo haces en sus transportes públicos, en sus bicis de alquiler, en sus concesiones de motos eléctricas… pero en la tuya no.
Esta práctica es muy común en ayuntamientos de toda España, pintando todo con una mano de barniz color greenwashing pero poniendo la otra mano para cobrar en viajes y en pago por uso.
¿Puntos de carga? Bueno, aumentar el número de puntos de carga implicaría que también aumentaría el número de vehículos privados, así que eso no va a pasar. Desengáñate.
Si no hay puntos de carga, no hay coches eléctricos, así de simple. Sólo podrán tener uno, los afortunados con un garaje privado que tenga toma de corriente o quienes lleguen primero al único punto de carga del barrio.
Sin ánimo de abrir otro melón, es el mismo criterio que se usa con los coches clásicos; Ya no te permiten conducirlos, pero te cobran el impuesto de circulación. No lo uses, pero págame.
Comunicación obsoleta del sector.
Esto, por no mencionar que algunos mensajes que se han usado para vendernos el coche eléctrico (en general, el de todas las marcas) han quedado completamente obsoletos.
“La electricidad es más barata que la gasolina”. Sí, es cierto, pero viendo el ritmo de subida de precio de los últimos meses, es un argumento poco válido. A más demanda, mayor precio, eso es así. Hemos visto un incremento del precio de la electricidad de un 62,8% en menos de 1 año. Y si tomamos un poco de perspectiva, en los últimos 10 años el incremento ha sido de un 400%. Demasiado incremento en muy poco tiempo, teniendo en cuenta que hemos vivido 2 crisis mundiales en ese lapso. No creo que ya nadie confíe en ese argumento, por lo menos, a la larga.
“Los tiempos de carga cada vez son menores”. Sí, pero no hay suficientes puntos para hacerlo, así ue probablemente te toca hacer cola y sumar ese tiempo al ya de por sí largo tiempo de carga. Poca gente se plantea comprar un vehículo de más de 30.000 para hacer recorridos urbanos de menos de 20 minutos y tenerlo cargando durante 8 horas. Lo ideal es poder usarlo para todo tipo de recorridos, pero… nuestro país aun no está preparado para ello.
“Los coches eléctricos son silenciosos”. Cierto es que comparados con un motor de combustión, son mucho más silenciosos. Y eso, en realidad ha sido un punto en contra, tanto para las sensaciones de conducción como para los transeuntes despistados que no oyen venir a los vehículos.
Desde el año pasado, la Unión Europea obliga a los fabricantes a incorporar sonido a los silenciosos coches eléctricos.
Sin llegar a ser el sonido que emite el tubo de un Corvette, el sonido obligatorio deberá estar entre los 56 y los 75 decibelios, el nivel máximo fijado para los coches equipados con motores térmicos. Dicho sonido debe ser obligatoriamente continuo y similar al de que emite un coche con motor térmico, es decir imitar el de un automóvil gasolina o diésel y con variaciones en función de la velocidad.
Es decir, que estamos casi en las mismas.
Y debo confesar que, aunque mi mente arcaica siga adorando el sonido de un atmosférico, la idea de poder modificar el sonido de un coche eléctrico me encanta.
¿Qué podemos hacer?
De momento nosotros como sociedad podemos informarnos bien, que ya es mucho. Dentro de nuestras posibilidades, podemos exigir a los grupos políticos que ayuden a las transformaciones estructurales, no al cambio cosmético que sólo sirve para ganar votos. Podemos hacer números, eso siempre es útil para tener las cosas claras. Podemos disfrutar de los últimos años de un coche de combustión, de sus sensaciones y de su mágico sonido.
Pero si quieres una recomendación, creo que lo mejor que puedes hacer es probar un MINI Eléctrico como ya hicimos nosotros y sacar tus propias conclusiones.
